El Diario Filosófico Estoico: la puerta que condujo a Griegos y Romanos al crecimiento espiritual.
La meditación estoica está hecha de ejercicios prácticos dirigidos a la conquista de la paz interior. La escritura no es solo una forma de encontrar la quietud, sino un medio para educar nuestras mentes a buscar nuestra libertad donde parece que no la hay. En este antiguo ejercicio, la métrica de la poetisa griega Safo nos ayuda y nos revela un universo desconocido.

Si ya has leído algunos de mis textos, te habrás dado cuenta de que, a menudo, me gusta explicar los conceptos partiendo de una imagen. Para mí, la relación entre palabra e imagen es similar a la que existe entre dos manos que se lavan. Aunque separadas, ambas deben ayudarse mutuamente para obtener un buen resultado. Hecha esta premisa, veamos la imagen.
Una estatua griega intenta defenderse con un enorme escudo. Un gesto habitual en la épica de aquellos tiempos. La hiedra que lo envuelve, sin embargo, es ajena a todo. Cuando se topa con el escudo, ni retrocede ni intenta empujar para atravesarlo, no tendría la fuerza.
¿Qué hace? Lo envuelve, sin alterar la forma de la estatua. Se adapta a ella para sortear el obstáculo y, al hacerlo, realiza movimientos sinuosos, fantasiosos. Esos que confieren a la hiedra su belleza, su magia. Imaginen si la misma hiedra hubiera crecido en un terreno plano y despejado. Se habría convertido en una especie de alfombra verde y no hubiéramos tenido la oportunidad de verla «componer sus diseños».
Es precisamente frente a los obstáculos que la hiedra revela lo mejor de sí misma y es precisamente por esto que en la mitología griega esta planta era símbolo de «renacimiento», y su nombre en griego, Kissos, se usaba como sinónimo del nombre Dioniso, dios del renacimiento.
¿Pero qué tiene que ver la hiedra con la meditación estoica y con el ejercicio de escribir un diario de reflexiones?

Respuesta: Todo. Y a este respecto les hago una pregunta:
¿Alguna vez se han dado cuenta de que deberíamos tomar ejemplo de la hiedra?
Tomar ejemplo de esta planta significa de hecho comenzar a aplicar un concepto fundamental para la filosofía estoica: la conquista de nuestra libertad, de la que deriva nuestra paz interior.
Los estoicos creían que el alma de un ser humano era parte del alma del mundo, que se expresaba a través del Pneuma (que en griego antiguo significa «aliento vital»). El Pneuma es lo que permea todo lo que existe llenándolo de vida. Cuando la vida cesa, el alma y el aliento vital abandonan el organismo, fluyendo hacia el alma universal cósmica, de la que es parte.
Esto significa que nosotros, somos pequeñísimas partes de algo inmenso y, en virtud de tal condición, lo que somos y lo que nos sucede no son más que la consecuencia de dinámicas mucho más grandes que nosotros.
Todo lo que sucede tiene una causa, incluso donde no sea posible verla. Cada evento está insertado en una cadena de causas que lo determina de modo absoluto: lo que no podía ser de otro modo y lo que será ya está comprendido, inevitablemente, en el orden del todo.
Nosotros mismos, durante nuestra vida, nos encontramos ante situaciones por las que no podemos hacer nada. Por lo tanto, concebir nuestra libertad como la carrera triunfal de un caballo en una verde pradera sin obstáculos, toda recta, significa imaginar una realidad que no pertenece a los seres humanos. Nos engañamos.
Nosotros debemos hacer como la hiedra. No podemos derribar los altísimos muros de las circunstancias, pero podemos estar listos para liberar nuestra esencia sobre ellos, encontrando lo mejor de nosotros mismos, llegando de todos modos al otro lado del muro.
Este es el concepto de libertad estoica. Uno de los puntos más controvertidos de esta disciplina que, ya hace dos mil años, fue puesta en discusión y atacada por delatores y diversas escuelas de pensamiento. La crítica era simple:
«Si todo lo que hacemos y nos sucede ya está escrito e insertado en un dibujo más grande del que nosotros somos solo un punto, si nuestra voluntad y nuestras elecciones están siempre sometidas a la imprevisibilidad de los eventos externos y a situaciones para nosotros insuperables, ¿qué es de nuestra libertad? ¿Cómo la alcanzamos?».
La alcanzamos reconociendo la realidad de los hechos. Conquistaremos nuestra libertad si dejamos de vernos como el eje sobre el que gira nuestra vida y aprendemos a reconocer las dinámicas naturales que no regulan solo nuestras existencias, sino todo lo que nos rodea. Y solo después de haberlas reconocido podremos alinearnos a la armonía del mundo y seguir su música. Como la hiedra, nos adaptaremos a lo que es más grande, conquistaremos nuestra libertad y así la paz interior. No hay paz sin libertad.
¿Por qué escribir un diario es un ejercicio de meditación estoica? ¿Y para qué sirve escribir en métrica hoy en día?
Todos aquellos que se acercan a la meditación estoica por primera vez, hacen más o menos una pregunta de este tipo:
«¿Por qué debo complicarme la vida escribiendo en versos cuando puedo tranquilamente expresar el mismo concepto en prosa o con versos libres?»
La respuesta es muy sencilla. Escribir los propios pensamientos auto imponiéndose reglas métricas tiene un significado simbólico importantísimo para la meditación estoica. No lo hacemos para aprender a escribir poemas. Lo hacemos porque debemos acostumbrarnos mentalmente a la idea de libertad estoica expresada hace poco. Esto es lo que nos interesa. Es fundamental.
Hemos dicho que la libertad estoica consiste en adecuarse a leyes naturales que están fuera de nosotros y que, al hacer esto, nos conquistamos a nosotros mismos y nuestra serenidad.
Escribir en métrica, es decir, escribir auto imponiéndose reglas métricas precisas, entrena nuestras mentes a esta visión.
Auto imponerse un esquema casi «opresivo» de reglas crea una libertad inesperada; porque en el momento en que debamos respetar un cierto número de sílabas y mantener el ritmo entre un verso y otro, surgirán en nosotros soluciones artísticas que nunca hubieran podido nacer, si hubiéramos escrito en versos libres.
Las estrofas que escribimos no nos aprisionan, al contrario, simbolizan la conquista de la libertad dentro de los límites con los que debemos lidiar.
Bien, escribiremos en versos. ¿Pero cuáles?

Los versos son de dos tipos: el endecasílabo (un verso de once sílabas) y el pentasílabo (un verso de cinco sílabas).
La elección no es casual, sino inspirada en la gran tradición de la Poesía griega, en particular en la poetisa Safo. Ella fue definida por Platón como la «décima musa», ya que con sus poemas lograba mover lágrimas en aquellos que la escuchaban. Su capacidad de expresar las emociones, más que un don, se ha convertido en una leyenda en la cultura occidental.
¿Por qué?
Porque Safo, además de poder contar con su talento, recurría a una métrica muy precisa, para dar a las palabras una musicalidad más cercana al sonido de un arpa o de la lira que al sonido de la voz. Quería enfatizar los sentimientos, como si quisiera hacerlos tocar, ver, sentir.
La métrica de Safo es de las más complejas en el mundo de la poesía. Aunque no usaba rimas, recurría a una rítmica muy compleja.
La estrofa que creó y que lleva su nombre, «estrofa sáfica», es una estrofa tetrástica, es decir, compuesta por cuatro versos: tres endecasílabos sáficos y un adonio (un tipo particular de pentasílabo).
En este texto, evitaré adentrarme en la explicación detallada de la métrica, tanto porque me extendería demasiado como porque tal información es irrelevante a los fines del ejercicio meditativo.
Nosotros nos atendremos a la estrofa tetrástica (cuatro versos): tres endecasílabos y un pentasílabo. Adoptaremos el endecasílabo y el quinario moderno, más en línea con las lenguas actuales, porque el griego antiguo presentaba características que hoy han desaparecido.
Adoptar la estructura métrica original de Safo en español o en italiano es posible, pero es complejo y, como he dicho antes, no sirve a los fines de la meditación.
Nosotros optaremos por una versión revisitada, que se inspira en el modelo sáfico y respetuosa del significado simbólico que la métrica tiene en la meditación estoica. Además, este método revisitado hace el ejercicio más apto para la meditación, agradable y relajante.
El desarrollo del ejercicio es fácil y al alcance de todos.