¿Cómo transformar el sufrimiento en nuestra fuerza? Practicando la Negación de la Ausencia, el ejercicio meditativo con el que los estoicos mejoraban la regulación emocional.
Los eventos negativos forman parte de nuestra vida y muchos son inevitables. No siempre tenemos la posibilidad de mirar hacia otro lado, esperando vislumbrar una situación mejor. Sin embargo, podemos hacer algo aún más poderoso: descubrir que ese evento negativo es el camino para sacar a la luz una fuerza interior que no sospechábamos tener.

Durante años he desayunado en un bar cerca de mi casa. Es el típico lugar donde la gente del barrio busca un café, camareros simpáticos y clientes siempre dispuestos a saludarte. Entre ellos, hay una simpática señora inglesa a la que le gusta estar informada. Lee dos o tres periódicos al día.
Una mañana, vio un artículo que hablaba del estoicismo y en particular de la negación de la ausencia. Sabiendo en qué me ocupo, la señora se acercó a mí para mostrarme el artículo y, sin ocultar su perplejidad, comenzó diciendo:
«¿De verdad te dedicas a esto? ¿No te parece un poco trivial? Prácticamente, si tengo un problema o me falta algo que creo necesitar, ¿debería venir a ti para que me digas: “Bueno, se te ha roto el coche pero siempre puedes ir en metro!”. O: “¿Te han despedido y te arriesgas a que te desahucien porque no puedes pagar el alquiler? Vale, piensa que tus amigos te quieren”».
Cuando dije “simpática señora inglesa”, no era irónico. Es una persona franca y la sinceridad es como el café: es bueno pero hay que tomarlo amargo.
Y en cualquier caso, su observación no era para nada infundada. Efectivamente, la definición más común del ejercicio de la negación de la ausencia es la de “una técnica que permite concentrarse en los bienes que se poseen en lugar de en los que faltan. En vez de lamentarse por lo que no se tiene”.
Ahora, si consideramos que los estoicos crearon esta técnica hace más de 2.000 años, tenemos razones para creer que este ejercicio meditativo tiene mucho más que ofrecer de lo que sugiere su definición. Si no fuera así, lo habríamos olvidado hace mucho tiempo.
¿En qué consiste entonces la negación de la ausencia?
Consiste en comprender que aquello que consideramos cosas positivas existe gracias a las negatividades que tenemos y viceversa. Las cosas negativas son una consecuencia directa de nuestra positividad. No debemos dividir una hoja en dos y hacer dos columnas: “cosas positivas” y “cosas negativas”, para coleccionar elementos desconectados en dos listas inútiles. Es una visión engañosa de la realidad.
Los griegos creían que la vida estaba hecha de Polemos, es decir, de “conflicto” entre los opuestos y que de este conflicto surgía la tranquilidad que nos permite existir. La armonía de la naturaleza. El filósofo que expresó por primera vez este concepto fue Heráclito, quien para aclarar lo que quería decir utilizó el siguiente ejemplo:
“Todo contrario vive de la muerte del otro, como el otro muere de la vida del primero… el mar es el agua más pura e impura, para los peces es potable y les conserva la vida, para los hombres es impotable y letal”.
Consideremos también que el agua del mar, que es mortal para nosotros si la ingerimos, es al mismo tiempo indispensable para nuestra existencia, ya que produce gran parte del oxígeno que respiramos y regula la temperatura del planeta Tierra. Podemos darnos cuenta fácilmente de cómo el conflicto de los opuestos es una constante en la naturaleza. Lo mismo ocurre con nosotros, que formamos parte de la naturaleza.
¿Cómo se aplica el concepto de “conflicto de los opuestos” (en griego: Polemos) en nuestra vida y en el ejercicio meditativo de la negación de la ausencia?

Retomemos la definición común de “negación de la ausencia” que mencioné al principio y de la cual debemos distanciarnos: “es una técnica que permite concentrarse en los bienes que se poseen en lugar de en los que faltan. En vez de lamentarse por lo que no se tiene”.
Bien. Ahora que hemos visto el concepto de la “teoría de los opuestos”, es obvio que una definición de este tipo ya no tiene sentido; porque lo que es un bien, puede ser al mismo tiempo un mal y viceversa. Lo que por un lado nos causa dolor y sufrimiento, puede hacernos más fuertes y resilientes en otros aspectos. Todo lo que perdemos en el camino de la vida, puede impulsarnos a encontrar algo nuevo y de cuya existencia no sospechábamos.
Ahora citaré un ejemplo conocido, para ver en la práctica qué significa ver la realidad según el Polemos de Heráclito.
Todos recordamos al científico Stephen Hawking. Afectado por la esclerosis lateral amiotrófica a temprana edad, Hawking tuvo que pasar gran parte de su vida en una silla de ruedas, perdiendo gradual e inexorablemente el uso de sus músculos, hasta el punto de no poder hablar.
En condiciones tan duras, ¿les parece aceptable concebir el ejercicio de la negación de la ausencia como un par de listas: una hecha de “cosas malas” en las que no pensar y otra hecha de “cosas buenas” en las que enfocar toda nuestra atención? Los dolores crónicos que Hawking tuvo que soportar nunca lo abandonaron, ni por un instante. Para él era imposible no pensar en la situación en la que se encontraba, y sin embargo decía: “La vida sería trágica, si no fuera divertida”.
¿Cómo podía el científico hablar de esta manera con todo lo que estaba pasando? Él mismo nos lo explica:
«Mi consejo para las otras personas con discapacidad es concentrarse en las cosas que su discapacidad no les impide hacer y no amargarse por las cosas que les impide hacer. No sean discapacitados en espíritu como en el cuerpo… cuando las expectativas de alguien se reducen a cero, entonces comienza a apreciar lo que tiene».
Hawking convivió con el conflicto de los opuestos durante casi toda su vida, ningún pensamiento positivo habría podido aliviar su sufrimiento físico, pero ese mismo sufrimiento hizo su espíritu más fuerte y generó en él un amor por la vida que muchos de nosotros nunca hemos experimentado. Una condición dramática, para la cual no existe solución, puede impulsar a un hombre a ver la luz donde la gran mayoría de las personas no puede, para así encontrar la fuerza para seguir luchando por el don más grande que se nos ha dado: la vida.
También en este caso, se ve cómo el “conflicto de los opuestos” es parte integrante de nuestra existencia y revela el aspecto más poderoso de la negación de la ausencia, uno de los ejercicios fundamentales de la meditación estoica. Este ejercicio de meditación puede ayudarnos a lograr que de nuestro dolor pueda nacer algo que nos haga mejores, más fuertes, salvándonos de la autocompasión y aumentando nuestra capacidad de gestionar mejor nuestra regulación emocional.
¿Qué ejercicios prácticos acompañan al ejercicio meditativo de la negación de la ausencia?

Respuesta: el cuadrado de Sator. Uno de los símbolos más fascinantes y poderosos de la antigua Roma. Para explicarte bien sus aplicaciones prácticas en la meditación, es importante retomar muy brevemente el concepto del “conflicto de los opuestos” de Heráclito que está en la base de la armonía de la naturaleza.
Hemos dicho que, según el Polemos, no existe una división de los contrarios (cosas positivas y cosas negativas) sino que ambas viven la una para la otra permitiendo a nosotros y a la naturaleza existir. El mismo filósofo griego citaba un par de ejemplos, como el de “la subida y la bajada”, que son la misma cosa ya que no existe ninguna diferencia física entre ellas, son la misma cosa. Un ejemplo aún más claro nos lo proporciona la palabra griega Pharmakon, de donde deriva el término “fármaco”. En griego, Pharmakon tiene un significado ambivalente ya que significa tanto “cura” como “veneno”.
La razón es simple. Ninguna sustancia es en sí misma dañina o beneficiosa en absoluto. Es una cuestión de cantidad. Lo vemos aún hoy. Los medicamentos que tomamos para curarnos, lo hacen en la medida en que se nos administran correctamente. De lo contrario, podrían volverse letales. No es necesario aclarar más este concepto. Veamos ahora cómo el cuadrado de Sator está conectado con la armonía del conflicto de los opuestos y con el estoicismo.
El cuadrado de Sator, conocido también como “Latercolo Pompeiano” (pequeño ladrillo de Pompeya), es una composición geométrica de cinco palabras que forman una frase palíndroma, es decir, una frase legible tanto de derecha a izquierda como de izquierda a derecha.
Para no alargar demasiado el texto y no crear confusión, te ahorraré el análisis lógico porque, aunque fascinante, requeriría una exégesis bastante compleja. Por ahora, me limitaré a presentarte una hermosa interpretación propuesta por algunos estudiosos, que es una representación gráfica de la teoría de Heráclito y de los estoicos.
Dicha interpretación consiste en un acertijo moral basado en la traducción de la frase presente en el cuadrado, que es la siguiente:
“El sembrador decide sus trabajos pero el tribunal supremo decide las ruedas del destino”.
En otras palabras significa que nosotros, los humanos, somos libres de tomar todas las decisiones que queramos, pero ninguna de ellas depende realmente de nosotros, porque somos una pequeña parte de la naturaleza a la que pertenecemos y, por lo tanto, no ejercemos ningún control sobre lo que sucede fuera de nosotros.
Para los estoicos, la naturaleza tiene su propia racionalidad y sigue sus propias leyes, causando una “serie inviolable de causas” a las que estamos sometidos” y de las que debemos ser conscientes para ser libres y vivir en paz. Debemos adaptarnos a la armonía cíclica de la naturaleza y en la simbología griega y romana esto está simbolizado por la imagen de la rueda (en latín “rotas”, la palabra está presente en el cuadrado de Sator y es el corazón de toda la frase).
La ciclicidad de la naturaleza, junto con la inviolable casualidad que la compone, para los estoicos representa el destino. La rueda representa el destino de la naturaleza, que es el mismo del hombre. De hecho, una traducción menos literal de la propuesta anterior y más en línea con la presentada anteriormente sería:
“El hombre decide sus acciones cotidianas pero solo Dios decide su destino”. (Para los estoicos Dios y la naturaleza eran lo mismo).
Esta interpretación se puede obtener solo aplicando el criterio de la escritura bustrófedon, es decir, el de cambiar continuamente el sentido de la lectura, o escritura, al final de cada frase (si en una línea se ha leído de izquierda a derecha, en la siguiente se leerá de derecha a izquierda o viceversa).
La escritura bustrófedon era utilizada en la antigua Grecia y por las poblaciones itálicas ya que tenía un gran valor simbólico. El hecho de que una frase o una palabra pudiera leerse en dos sentidos opuestos y que la misma palabra, según el sentido, adquiriera un significado diferente, simbolizaba el ciclo continuo de la vida. Este último punto, es la metáfora más bella y simbólica del Polemos de Heráclito.
¿Cómo se lleva a cabo la aplicación práctica del cuadrado de Sator?

Los estoicos estaban convencidos de que todo en nuestra realidad era físico, incluyendo nuestra alma, nuestros vicios y nuestras virtudes. Por esta razón, el contacto con la materia y la sensorialidad adquieren un papel fundamental en la meditación estoica.
Durante el ejercicio de la negación de la ausencia, el cuadrado de Sator se realizará utilizando arena negra y piedras de color blanco. El contraste cromático representa el “conflicto de los opuestos” de Heráclito que deberá reunirse en la perfecta armonía geométrica y conceptual del cuadrado de Sator (símbolo de la armonía de la naturaleza). Este ejercicio permitirá una asimilación profunda de las reflexiones realizadas durante la sesión de meditación.